Reconozco que ando un poco parada en cuestión de experimentación de nuevas recetas (y eso que tengo ingredientes nuevos de Bruselas). Pero llegó el fin de semana y, como me gusta tanto tener algo dulce para las meriendas o el cafelito de después de comer, decidí que tenía que hacer algo fácil y rápido.
Como tenía un paquete de hojaldre congelado desde hace bastante tiempo decidí que era el momento perfecto para darle utilidad. Como he desvelado, lo compro congelado. Todavía no me he lanzado a hacerlo yo misma (la verdad es que no me atrae mucho la idea…) pero no descarto que cualquier día me lance a ello.
- Una plancha de hojaldre rectangular.
- Azúcar blanca.
Elaboración:
Limpiamos muy bien la superficie de trabajo y la secamos muy muy muy bien.
Dejamos descongelar el hojaldre intentando que no se rompa al extenderlo (yo me ayudo de un cuchillo para despegar los pliegues).
Ponemos el hojaldre sobre el azúcar y presionamos para que el azúcar que está en la mesa se pegue lo más posible.
(cuanta más azúcar echéis en este paso más caramelizado será el borde exterior de vuestras palmeritas).
Luego echamos más azúcar por encima y volvemos a presionar.
Ahora doblamos a la mitad los extremos del hojaldre.
Cortamos la masa con un cuchillo (los cortes tienen que ser lo más limpios posibles) y los ponemos en una bandeja de horno la cual hemos forrado con una hoja de papel especial para el horneado
Las ponemos separadas dado que al hornear, se expandirán.
Horneamos unos 15/20 min. o hasta que estén doradas.
Y… ¡¡a disfrutar!!
🙂